Mi vida, como la de muchas otras personas, ha tenido grandes saltos y giros argumentales, al final todos necesarios para crecer como seres y llegar a este momento vital.
Yo soy ingeniera, esa es mi formación oficial. Fue una gran inversión en esfuerzo, tiempo, energía y proyección de vida.
En las primeras experiencias laborales se me fue rompiendo el corazón idealista y experimenté una parte de “cómo funciona el mundo” que me dejó vacía.
Tras un tiempo de conflicto moral, poniendo mi energía en cosas que yo cuestionaba desde lo profundo, se generó una herida en mí, para conmigo misma, que de forma subconsciente me ha condicionado en el resto de mi vida. Ahora veo que en el fondo ha sido para bien; de no ser así, a lo mejor mi vida ahora sería otra.
La vida me hizo el regalo de no renovarme en la empresa, yo no fui capaz de dejarlo. Para mi fuerte estructura mental no había alternativas, aunque algo en mi interior intuía que sí podía ser diferente.
En ese momento de incertidumbre, de no saber quién soy, de estar perdida, conocí a una persona que en un solo día plantó una semilla en mí. No he vuelto a saber de él, un… ¿facilitador?… Un inspirador. Encontré una Luz Brillante en un lugar que no me esperaba: unas jornadas para ingenieras desempleadas del Servicio de Empleo Público, de esas que "te obligan" a ir si cobras el paro. Mariano Macho se llama, mi profundo agradecimiento, estés donde estés.
Yo fuí una más de las asistentes a esas jornadas. Nunca sabemos cómo una simple conversación, una dinámica o un breve encuentro puede cambiar una vida. Hasta qué punto una persona viviendo en presencia puede inspirar a otra.
Su enfoque de la vida y su forma de trabajar con nosotras sembró algo en mí: la semilla de querer saber quién soy, qué quiero, y permitirme hacerlo, en vez de conformarme con lo que se supone que debo ser y querer. Fue su sencillez, su sensibilidad, su humildad… Para mí fue una semilla de Permiso a SER. Gracias, Mariano.
Tras ese sutil punto de inflexión que me invitaba a ser fiel a mí, me fui a las Islas Canarias a intentar vivir lo que creía que quería. Mi mente lo aceptó porque el titular era "darme un respiro de 3 o 4 meses para volver a Madrid a la rueda laboral". Empecé haciendo Woofing (trabajo de campo en finca ecológica a cambio de alojamiento y comida). Comencé en La Palma, de ahí me fuí a Tenerife, comenzando un maravilloso y desafiante viaje hacia mí y a través de mí. Este viaje inició con un desaprender lo que creía que sabía, lo que creía que era, lo que creía que era la vida, y me acabó llevando por un camino de aprendizaje y desafío con muy dispares experiencias.
Otro punto de inflexión en mi vida fue encontrarme con Sergio Trujillo, y a través suya asistir a un taller que me cambiaría la vida (con muuchas resistencias de mi mente y de mi ego). Lo impartía Jorge Montero, que con el tiempo se fue convirtiendo en un referente para mí en el ámbito de la energía, la canalización, sensibilidad y manejo de la energía y de los minerales, entre otras cosas.
Otra de las "Cambia Vidas" que me encontré en "La Casa de Las Lagunetas" fue a Yolanda Vargas, que a través de la Psicología Sistémica (Constelaciones Familiares) y el "amor sano" ha ayudado a muchas personas a conocerse, colocarse en la vida y sanar sus relaciones. Yolanda me abrió el camino en el ámbito del trabajo con mujeres. Yo cogí ese camino y fui ampliando, profundizando, experimentando, observando las necesidades de las mujeres en los talleres y en la vida, y desarrollando lo que creo que nos sirve.
No puedo terminar sin agradecer a Sergio Trujillo, maestro disfrazado de organizador, que ha facilitado durante mucho tiempo y de forma altruista valiosos Talleres de Desarrollo de la Intuición, maestro en abrir corazones y sin el cual, no se habrían producido tantas y tantas experiencias, aperturas de mente, de corazón y de consciencia. Muchas vidas cambiadas gracias a su apertura y entrega.
Por supuesto, mi más profundo agradecimiento a mi madre, a mi padre y a mi hermano. Han conformado mi experiencia vital. Soy lo que soy por ellos. Me han amado de forma incondicional, aun cuando yo lo ponía difícil, y cuando hice el trabajo que debía, allí estaban ellos para disfrutar juntos desde otro lugar. Gracias a mi hermano por ser una inspiración para mí, y el mejor compañero de vida que podría tener.
En este camino, mi mayor dificultad he sido yo misma, mi mayor desafío: mi propia mente, mis creencias profundas limitantes, mi miedo a la exclusión y al juicio, y mi necesidad de "ver y tocar" para creer.
Paloma Godoy
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