Un regalo del trabajo consciente con el Huevo de Amatista

Publicado el 23 de enero de 2025, 9:48

Como con todo en la vida, hay muchas formas de hacer las cosas.

 

Se pueden hacer por hacer (y seguro que ya hay cambios), o se pueden hacer con una consciencia de lo que estás haciendo, tomándote un tiempo de presencia y foco.

 

Uno de los regalos que me dio trabajar con el huevo vaginal de amatista (con consciencia y foco) fue poder ver alguno de mis puntos ciegos,  algo que necesitaba para poder seguir transitando mi camino de sanación interna.

 

Me ayudó a ver dónde me estaba posicionando internamente y cuál era la posición interna desde la que podía realmente seguir trabajando. Para mí fue un gran regalo y un desafío.  Ampliar el campo de visión e incluir lo que debe ser incluido.

 

Era algo que en esencia sabía, pero no estaba comprometida con ello realmente. Sí de “discurso” mental, pero no de corazón: el reconocimiento real del hombre. El amor y honra a lo masculino.

 

En mi búsqueda de sanación del femenino herido, cometí el error de solo mirar un lado del sistema: Honrar las historias de mis ancestras (que eran la mía), su dolor, sus miedos, su amor...

 

Pero había un gran vacío, no había mirado (al menos en la misma medida) el sentir de la otra parte de mi sistema.

Los había “invisibilizado”, había trabajado con la parte masculina de mi sistema posicionándolos respecto a la femenina. Es decir, eran los que proporcionaban las experiencias.

Conocía sus nombres e historias, pero no había una empatía real, una gratitud y una honra que sí tenía con mis ancestras.

Tomé consciencia de que me había posicionado de forma inevitable con la polaridad femenina para sanar esa parte de mí.

También me di cuenta de que no podía seguir creciendo, ni estar en paz, ni sentirme completa sin salir de esa posición interna.

 

Necesitaba reposicionarme, reconocer y honrar el amor, el coraje y la entrega, pero también el dolor, el miedo, la frustración y la inseguridad que hubo en la rama masculina de mi sistema.

Fue un momento de  abrazar profundamente esa vulnerabilidad que tuvo que ser anulada, muchas veces con dolor, tristeza, dureza...  Necesitar ser un proveedor, un pilar, aunque estuvieses roto por dentro...  

 

Fue un momento de mirar el cuadro completo, posicionándome en el centro, y separándome un poco para ver con perspectiva.

Un contexto social desequilibrado afecta a las dos partes de forma diferente, generando dolor tanto en lo masculino como en lo femenino.

 

Si somos capaces de comprender las relaciones en su dinámica completa, quizás podemos transformar la lucha en baile.

 

A veces, cuando me siento herida, tengo la tendencia de volver a posicionarme en un extremo, pero ya sé que desde ahí no puedo seguir avanzando, y me acompaño (a veces un poco enfurruñada) hasta ese otro lugar donde sí puedo tener perspectiva, y desde ahí, tender puentes en vez de construir muros.

 

En el taller del Huevo Mineral Vaginal adquirimos las pautas para trabajar con el huevo de formas diversas en base a lo que quieras trabajar y profundizar en ti.

 

El que luego lo hagas o no es tu responsabilidad ; )

 

Y por cierto, el taller del huevo vaginal mineral no va de lo masculino (aunque sí va de eso, por no se puede separar), va de nosotras, de nuestra energía sexual, sensibilidad, placer, inocencia, autoconsciencia energética... y luego cada una en su camino de sanación pasará por experiencias diferentes, según su momento vital.

 

Pero la sanación con lo masculino, dentro y fuera, en mi experiencia, es un paso inevitable que llega con el trabajo consciente.

 

Si quieres leer más al respecto puedes hacerlo aquí.

 

 

 

 

 


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