Como ya sabemos, la materia es la parte perceptible por los sentidos físicos de un rango de vibraciones más amplio. La materia es consecuencia de la energía que la conforma y no son separables. Podemos percibir la materia con nuestros sentidos físicos y percibir la energía con nuestros sentidos sutiles.
Cada uno de nosotros genera su propio campo energético, conformado por todas sus energías inherentes. Eso lo podemos sentir en nuestro día a día al relacionarnos con diferentes personas en diferentes situaciones. Nuestro campo de energía se extiende más allá de nuestro cuerpo físico.
Somos receptores y emisores de energía, aunque no tengamos conciencia de ello. Aunque no lo hagamos de forma consciente, lo podemos evidenciar cuando estamos cerca de personas armonizadas, amorosas, llenas de paz y conectadas consigo mismas y con todo. Con la influencia de estas personas nos sentimos bien, nuestro estado interno poco a poco cambia y nos equilibramos en cierta medida con esa armonía.
Cuando nos rodeamos de personas muy estresadas, con tendencia a los pensamientos negativos, acostumbradas a las preocupaciones o con la energía mental exaltada, poco a poco nos desarmonizamos, nos tensamos y aparece inquietud interna.
Lo que consideramos espacio "vacío", no está vacío; está lleno de energía e información de una determinada cualidad. Cuando estamos muy identificados con la materia, vamos a percibir únicamente materia y el espacio entre la materia pasa a ser "nada", "vacío". Nuestra mente y sentidos bloquean toda percepción de lo que no es materia para ser coherentes con su creencia.
Cuando expandimos nuestra mente y conciencia e integramos que la materia es consecuencia de la energía que la conforma y que todo lo que existe tiene un campo energético, podemos comenzar a percibirlo e interactuar con él.
Que no lo percibamos no quiere decir que no nos afecte.
Si quieres acercarte a esto puedes hacerlo en Descubre y Siente los Minerales 2 , Así como Descubre y Siente los Minerales 3
Paloma Godoy
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