El Cuerpo, Nuestro Templo Sagrado

Un cuerpo inocente, aceptado y amado, se siente merecedor de ser acariciado y de sentir placer. Un cuerpo juzgado, censurado o culpable se niega el placer y se enferma.

Si no amamos y aceptamos completamente nuestro cuerpo, difícilmente podemos estar conectadas con él para sentir el placer del que somos merecedoras y nos abre a recibir la vida en todo su potencial. No podremos abrirnos plenamente a nuestra sexualidad, sensualidad, sensibilidad…

 

Si no lo habitamos plenamente, tampoco podremos recibir sus mensajes, señales y sabiduría. La desconexión de nuestro cuerpo es la desconexión de nuestra sabiduría.

 

A través del cuerpo sentimos, amamos, transmitimos mensajes, cuidamos, disfrutamos, reímos, conectamos, sanamos…

 

Como ya sabemos, somos seres espirituales encarnados en un cuerpo, hemos decidido vivir la experiencia de encarnación en la tierra y relacionarnos con otros seres humanos a través de las condiciones de la encarnación. También sabemos que somos mucho más que un cuerpo, somos conciencia y energía.

 

Hay algunas corrientes de pensamiento, basadas en ideas religiosas a mi entender erróneas, que consideran el cuerpo como lo que nos impide conectar lo sagrado, lo consideran impuro o directamente lo niegan. De forma más o menos consciente o inconsciente consideran en el cuerpo algo indigno o alejado de la divinidad.

Entiendo que la idea original era reaccionar en contra del materialismo radical que niega el espíritu. El problema se origina cuando, por compensar en la sociedad el materialismo, acabas negando la materia (cuerpo incluido), generando otro desequilibrio de la misma magnitud pero en la polaridad opuesta.

 

También nos condiciona la creencia subconsciente de que la divinidad es algo ajeno, alejado de nosotras, y es el cuerpo y la materia lo que nos separa de la misma.

 

Solemos buscar conectar con lo sagrado fuera de nosotras mismas en vez de sentir la divinidad en nosotras. Estamos frecuentemente intentando desvincularnos de nuestro cuerpo para tener experiencias trascendentales. Pensamos que para sentir la dicha divina, el éxtasis, la unidad… hay que salir del cuerpo, olvidarlo… pero no nos damos cuenta que esas experiencias las tenemos (al menos en esta encarnación en la tierra, elegida para experimentar la materia) a través del cuerpo.

 

Por otro lado, el cuerpo, especialmente el de la mujer, ha sido maldito y estigmatizado desde que las sociedades han sido patriarcales, asociando a la propia naturaleza femenina (según la época) la condición de imperfecta, impura, portadora de males para el entorno, o proclive a la maldad y fácil vehículo del demonio en la Edad Media.

 

Debido al papel de la religión en la historia, se ha relegado durante largas épocas a la mujer, su cuerpo y su sexualidad al servicio del hombre, la reproducción y crianza. Se ha visto quizás en más situaciones de las deseadas teniendo experiencias sexuales por imposición (moral o física), generando aún más rechazo a la condición femenina, y sintiendo su cuerpo como una maldición más que como un regalo. 

 

La actitud emocional que tenemos hacia nuestro cuerpo nos condiciona profundamente, y nos hace sentirnos bien o mal con nosotras. podemos sentir nuestro cuerpo como algo digno de amor y placer o como algo indigno que hay que ocultar.

Cuando juzgamos a nuestro cuerpo o una parte de él, le estamos enviando una determinada energía e información.

 

Un cuerpo (o parte del cuerpo) inocente puede sentir fácilmente placer y amor. Su energía es abierta, relajada y expansiva.

Un cuerpo culpable, indigno o censurado (religión, sociedad, experiencias sexuales no gestionadas) le será difícil sentir placer. De forma inconsciente buscará castigo (dolor, enfermedad) y no querrás habitarlo plenamente.

 

Cómo nos relacionemos con nuestro cuerpo y la percepción que tengamos de él va a influir en nuestra autoestima, nuestras relaciones, nuestro autoconocimiento y conexión con nuestra sabiduría interna, nuestra sensibilidad a las energías propias, nuestra capacidad de sentir placer y vivir la sexualidad, y nuestra relación con la divinidad y lo sagrado.

 

En el Taller "Amando mi cuerpo, Mi cuerpo es inocente, sagrado y merece placer" vamos a trabajar sobre la relación con nuestro cuerpo a varios niveles y de diferentes formas para ir desmontando las creencias que tenemos sobre él, en especial algunas partes, y podernos vivir desde la inocencia, el placer y el amor a la maravilla que somos.